PROYECTO: APRENDIENDO EN FAMILIA
El elogio de la dificultad
Por: Estanislao Zuleta
Velásquez
Filósofo y pensador colombiano
1935 - 1990
La pobreza y la
impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como
cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos,
islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin
búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto, también sin carencias y
sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas
afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas
estas fantasías serían inocentes e inocuas, si no fuera porque constituyen el
modelo de nuestros propósitos y de nuestros anhelos en la vida práctica.
Aquí mismo, en los
proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas,
introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada, de las reconcilia-
ciones totales, de las
soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste ni
principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos,
sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la
frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear.
Deseamos mal. En lugar
de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule
nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras
y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia, un
retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y
necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades,
deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia
pasivamente recibida. En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y
preguntas abiertas, queremos poseer una doctrina global, capaz de dar cuenta de
todo, revelada por espíritus que nunca han existido o por caudillos que
desgraciadamente sí han existido.
El otro, el enemigo
Adán, y sobre todo
Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del Paraíso, nuestro pecado
es que anhelamos regresar a él.
Desconfiemos de las
mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy conocidos en
la historia, desde la antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen
entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las
iglesias cuyos miembros han sido alcanzados por la gracia – por la desgracia –
de alguna revelación.
El estudio de la vida
social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro,
la idealización y el terror. En lugar de discutir un razonamiento se le reduce
a un juicio de pertenencia al otro – y el otro es, en este sistema, sinónimo de
enemigo –, o se procede a un juicio de intenciones. Y este sistema se desarrolla
peligrosamente hasta el punto en que ya no solamente rechaza toda oposición,
sino también toda diferencia: el que no está conmigo está contra mí, y el que no
está completamente conmigo, no está conmigo. Así como hay, según Kant, un
verdadero abismo de la Razón que consiste en la petición de un fundamento
último e incondicionado de todas las cosas, así también hay un verdadero abismo
de la Acción, que consiste en la exigencia de una entrega total a la causa
absoluta y concibe toda duda y toda crítica como traición o como agresión.
Ahora sabemos, por una
amarga experiencia, que este abismo de la Acción, con sus guerras santas y sus
orgías de fraternidad, no es una característica exclusiva de ciertas épocas del
pasado o de civilizaciones atrasadas en el desarrollo científico y técnico; que
puede funcionar muy bien y desplegar todos sus efectos sin abolir una gran
capacidad de inventiva y una eficacia macabra. Sabemos que ningún origen
filosóficamente elevado o supuesta-mente divino inmuniza una doctrina contra el
riesgo de caer en la interpretación propia de la lógica paranoide que afirma un
discurso particular – todos lo son – como la designación misma de la realidad,
y los otros, como ceguera o mentira. El atractivo terrible que poseen las
formaciones colectivas que se embriagan con la promesa de una comunidad humana
no problemática, basada en una palabra infalible, consiste en que suprimen la
indecisión y la duda, la necesidad de pensar por sí mismo, otorgan a sus miembros
una identidad exaltada por participación, separan un interior bueno – el grupo –
y un exterior amenazador.
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Reúnase con los miembros de su familia. Lean éste texto, analícenlo, discútanlo y
respondan las siguientes preguntas, consignando en el cuaderno la respuesta a
cada una, y las opiniones que sus familiares expresen con respecto al texto.
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1.
¿Explique por qué el autor afirma que nosotros, los seres humanos,
deseamos mal, en el sentido de que nuestros deseos están mal encaminados?
2.
¿Por qué dice Estanislao Zuleta que cuando imaginamos la felicidad
manifestamos, de una manera muy clara, nuestra pobreza e impotencia
imaginativa?
3.
¿Por qué afirma Estanislao Zuleta que nuestro mayor pecado es
querer volver al Paraíso Terrenal, al huevo?
4.
¿Por qué “el otro” suele ser nuestro enemigo?
5.
Relacione lo expresado por el autor en el último párrafo, con la
realidad que vemos y vivimos actualmente, ante la enorme proliferación de
iglesias y la actitud de muchos partidos políticos en Colombia.
Enviar el trabajo (consignado) en word a mi correo electrónico jotacemedina@hotmail.com a más tardar el jueves 07 de mayo.
Julio César Medina Hernández
Profesor
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